A medida que nos acercamos al mes de junio, la economía de Estados Unidos se encuentra en una encrucijada debido a las discrepancias entre las principales fuerzas políticas del país. Hasta ahora, no han logrado llegar a un acuerdo para aumentar el techo de la deuda nacional, lo que dificulta la liberación de fondos para cubrir los gastos del Gobierno y cumplir con las obligaciones financieras.
El lunes pasado, el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, y el presidente Joe Biden se reunieron en la Casa Blanca para discutir este asunto, pero no lograron alcanzar un consenso. Al mismo tiempo, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, envió una carta a los líderes del Congreso instándolos a actuar lo antes posible, advirtiendo que los recursos disponibles para cumplir con las obligaciones del Gobierno podrían agotarse a partir del 1 de junio.
Los republicanos condicionan cualquier acuerdo sobre el aumento del endeudamiento a la reducción del déficit presupuestario, principalmente mediante recortes en programas sociales como los beneficios fiscales para proyectos ecológicos y la condonación de préstamos estudiantiles. Por otro lado, los demócratas se oponen a estas propuestas y proponen un aumento de impuestos o recortes en el presupuesto de defensa, opciones que los republicanos rechazan.
La situación es peligrosa, ya que Estados Unidos podría enfrentar un escenario de impago a menos que ambas fuerzas políticas lleguen a un acuerdo. El impago de los bonos del Tesoro estadounidense, que son fundamentales para el sistema financiero mundial, podría desencadenar una recesión económica, caídas en los precios de las acciones y un aumento significativo en el costo del crédito.
Sin embargo, muchos consideran que es poco probable que se llegue a ese extremo. Según una encuesta realizada por la National Association for Business Economics, el 55% de los economistas creen que el límite de la deuda se elevará, el 42% piensa que se suspenderá y solo el 3% opina que Estados Unidos entrará en impago.
Diversos expertos consultados por The Wall Street Journal han planteado tres posibles escenarios sobre cómo el enfrentamiento por el techo de la deuda podría afectar a la economía y al sistema financiero.
Escenario 1: Acuerdo de última hora
La economía estadounidense ya está desacelerándose debido al aumento de las tasas de interés, y muchos analistas pronostican una recesión económica este año. La incertidumbre generada por la falta de consenso político podría llevar a consumidores, inversores y empresas a reducir sus gastos, lo que aumentaría las posibilidades de una recesión, según el economista Joel Prakken de S&P Global Market Intelligence.
Prakken predice que los precios de las acciones comenzarán a caer a medida que nos acerquemos al 1 de junio, y recuerda que después del acuerdo de última hora alcanzado en 2011, la recuperación de los precios bursátiles llevó meses y la calificación crediticia del país se vio rebajada. Incluso si se llega a un acuerdo antes de que se agoten los recursos, es posible que quede un legado de incertidumbre que limite el crecimiento económico.
Escenario 2: Acuerdo después de la fecha límite
Si las negociaciones políticas se prolongan más allá del 1 de junio, los mercados financieros podrían reaccionar de manera más severa debido a la posibilidad real de impago.
Si las cuentas de ahorro e inversiones se reducen repentinamente, los consumidores podrían recortar drásticamente sus gastos, lo cual es vital para la economía estadounidense. Además, las empresas podrían suspender sus planes de contratación e inversión.
El impago no comenzaría el 1 de junio en sí. Según Yellen, la fecha de agotamiento de la liquidez podría llegar días o semanas más tarde. Según el centro analítico Bipartisan Policy Center, en junio el Tesoro gastaría 622.500 millones de dólares pero solo obtendría 495.000 millones en ingresos tributarios.
En este escenario, el Gobierno priorizaría el pago de la deuda sobre otros gastos, como las prestaciones de seguridad social. Esto tendría un impacto económico notable pero menos severo que el impago de las obligaciones de endeudamiento, según los economistas de UBS.
Bajo este escenario, se pronostica una contracción del PIB del 2% anual en el tercer trimestre, y aún más en el cuarto trimestre. Además, se proyecta una reducción de 250.000 empleos en la segunda mitad del año.
Sin embargo, esta recesión económica podría tener un aspecto positivo: es probable que la inflación disminuya, lo cual se alinea con los objetivos de la Reserva Federal, que también podría reducir las tasas de interés para respaldar la economía durante este período de debilidad.
Escenario 3: Falta de acuerdo
La imposibilidad de pagar las facturas durante días o semanas tendría consecuencias enormes para la economía. El valor de los bonos del Tesoro caería debido a las ventas masivas por parte de los inversores.
Wendy Edelberg, economista de Brookings Institution, enfatiza que esto causaría un caos en el sistema financiero global, ya que los bonos del Tesoro son considerados como uno de los activos más seguros. Según Edelberg, esto ocurriría cuando un activo de referencia se convierte en “uno de los más arriesgados”.
Por otro lado, Gregory Daco, economista principal de Ernst & Young, sostiene que un impago provocaría una recesión más severa que la que se vivió entre 2007 y 2009.
El impago afectaría los flujos globales de créditos denominados en dólares a corto plazo por varios billones de dólares, los cuales son fundamentales para la financiación de operaciones bancarias y corporativas.
La disminución del valor de los bonos tendría un impacto en los balances de fondos de inversión, empresas y bancos que poseen este tipo de deuda. Según un informe de la Casa Blanca, este escenario provocaría que muchos inversores se retiren de los activos de riesgo, lo que resultaría en una caída del 45% en los mercados bursátiles en los próximos meses, y un aumento del desempleo en 5 puntos porcentuales.
Los expertos de UBS predicen una contracción económica durante cuatro trimestres si no se alcanza un acuerdo durante un mes. El aumento de las tasas de interés debido al rendimiento de los bonos del Tesoro afectaría al consumidor a través de tarjetas de crédito, hipotecas y préstamos para automóviles.
A diferencia de la recesión pandémica de 2020, cuando la economía estadounidense perdió más de 20 millones de empleos a pesar de la inyección de billones de dólares de estímulo público, esta vez el Gobierno no podría proporcionar apoyo, según se desprende del informe gubernamental.